Mientras releía La Divina Comedia junto a los estudiantes de Cuarto letras, recordé que el Cocito se parece a las descripciones que recordaba de Las Fortalezas de la Soledad de Superman, volver a ciertos recuerdos puede ser tan terrible como recorrer el cuerpo de Satan en el Canto XXXIV.
Hablamos de fortalezas, debilidades, de momentos en que recuerdos guardados en cofres de cristal, museos de cera y de la extraña ambición de ser ubicuo que nos muetras el superhéroe.
Construimos Infiernos de palabras, de cartón, de torres de colores y llamas dibujadas entre baldosas de colegio y últimas horas de un viernes tan helado como el fin del Infierno.
También nos conmovimos por un demonio que encerrado en su soledad (¿miedo, tristeza?) no ve ni a Dante ni a Virgilio… Tal vez tampoco pueda vernos ni lo necesitemos porque, como leeremos en el Infierno de Sartre basta con tener a alguien cerca, observándonos: “El infierno es la mirada de los otros”.